A finales de los años ochenta del pasado siglo, en medio de frecuentes movilizaciones masivas de la población civil cubana para el apoyo de programas de construcción, agricultura u otras tareas de gran magnitud, Marcos Díaz Sosa y María Carla del Río apenas nacían. Probablemente no guarden ningún recuerdo vivido, aunque sí conozcan en detalle aquel contexto en el que vieron la luz por las anécdotas de sus padres y abuelos. Ellos, jóvenes egresados de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV), han decido hoy traer al celuloide una historia basada precisamente en aquella época.
Obra de choque es uno de los proyectos financiados por el Fondo de Fomento para el Cine Cubano, en la categoría de ópera prima. El título guarda una estrecha relación con su director, Marcos Díaz Sosa, quien se apropió del término de origen soviético, que expresaba la tendencia movilizadora adoptada en Cuba, para crear una suerte de metáfora cinematográfica sobre la experiencia de vida de sus padres en el momento de su concepción a través de una ficción a medio camino entre sucesos reales y fantásticos.
«Surge de la pregunta de cómo llegamos a parar aquí, y si tiene sentido seguir trayendo personas a este mundo en medio de la miseria. No creo y no quiero que la película responda estas preguntas de igual forma para todos los espectadores», comenta su director.

«Lo llamé Obra de choque por el momento en que se enmarca. En 1988, toda Santa Clara estaba inmersa en la construcción de la plaza Ernesto Che Guevara. Fue una experiencia con una repercusión muy fuerte para su gente. De manera que a nivel simbólico existe una conexión con lo que sucede en la ciudad como unidad macro y la situación de la protagonista de este filme, quien se enfrenta al hastío y la frustración contextual generada por el poblado donde vive, y en medio de su embarazo decide buscar un lugar con mejores oportunidades para establecerse», añade.
Aun cuando el proyecto se inspira en algunos elementos de la vida de su madre, Díaz Sosa es de los realizadores que prefiere valorar su obra por las nuevas realidades que pueda suscitar, más allá de las experiencias personales. Lograr que el suceso cinematográfico pueda desconectar al que lo observa de su entorno físico y considerarse tan real como la supuesta realidad: «Cuando alguien quiere olvidarse de todo lo que le rodea lo que hace es sentarse frente a una pantalla a mirar historias que no tienen nada que ver con uno y sentirse otro durante un rato».
En Obra de choque, el móvil del giro de la trama es un tornado que arrastra a la protagonista hasta un cayo turístico del norte del país, por lo que quizás podría catalogarse como una fantasía.
«No me gustan las clasificaciones, pero si me obligaran a definir el género de esta historia diría que es una fantasía basada en hechos reales. Toda ficción es una fantasía, y lo que se entiende como real es otra fantasía aparentemente compartida. Nadie puede elegir dónde y cómo nace, y por tanto cada cual tiene derecho a inventar mundos y ficciones más seductores que la supuesta realidad. Esas fantasías existen con más fuerza que el aburrimiento que estamos obligados a vivir. A mitad de mi película hay un deus ex machina agresivo que traiciona el contrato pactado con el espectador desde el inicio. Es la intromisión del autor en la historia, intentando salvar a la protagonista, de quien está enamorado. A partir de ese momento, la historia que continúa no se interesa mucho por imitar a la vida», expresa el joven realizador.

No es la primera vez que Díaz Sosa apuesta por una producción con estas características. Este dramaturgo graduado del ISA y luego de Guion en la EICTV cuenta con experiencias previas tanto en el documental (Fractal, 2006) como en la ficción con el cortometraje Fenómenos naturales (2017), filme que supone, además, el referente más cercano a su ópera prima y que también fue producido por María Carla del Río.
«Con Fenómenos naturales intenté aunar dos referentes estéticos que transversalizan mis gustos desde niño de forma involuntaria: el uso de la música y la luz en el cine clásico de Hollywood, y las postales soviéticas. La combinación de ellas es la culpable de la forma que busco en mi película: espero que este largometraje se acerque más a lo que imagino», refiere Marcos sobre los nexos con una de sus obras precedentes más exitosas.
Obra de choque tuvo la oportunidad de participar en el Mercado de Producción de la 67 edición de la Berlinale y en la Fabrique Cinéma 2017, programa profesional para nuevos talentos que organiza el Institut Français en el marco del Festival de Cannes, entre otros talleres que sirvieron de plataforma para la colaboración con productoras como Cinevinay, Petit Films, Producciones de la 5ta Avenida y Gema Films, cuyo apoyo de conjunto con el Fondo de Fomento permite la construcción durante estos meses del proyecto de María Carla y Marcos.

«El proceso de desarrollo de la película ha tardado años. La participación en laboratorios, mercados de festivales de cine y talleres internacionales ha llegado a ser feliz a veces, sobre todo cuando uno conoce personas especiales del otro lado del mundo. Pero la mayor parte de ese proceso fue tortuoso, ver cómo tus ideas brutas tienen que ser domesticadas hasta parecerse más a una película convencional. Lo salvable es que ahora tengo un guion que se parece más a una película y que por tanto será finalmente filmado. El guion original estaba lejos de lo que se espera de un relato bien construido. Para mí es más sincero haber filmado aquel monstruo, pero hubiera sido imposible teniendo en cuenta el circuito cerrado y aburrido que es el mundo del cine», valora Díaz Sosa.
María Carla del Río, segunda integrante de este binomio de realización, reconoce como positiva la ayuda en la consolidación y depuración del guion, la propuesta estética y presentación del proyecto: «Le dio visibilidad internacional y prestigio, lo cual atrajo el interés de fondos y coproductores, como las productoras de Argentina, México y Francia que colaboran en el proyecto.
»Fue toda una experiencia hacer pitch en inglés frente a una audiencia internacional que muchas veces no sabía nada de Cuba. Sin embargo, se acercaban más tarde con curiosidad; y poder experimentar in situ cómo funciona el mercado de cine y la programación en festivales», explica la productora, quien tras egresar del Instituto Superior de Diseño se decantó por la especialidad de Producción en la EICTV, rol en el cual se ha desempeñado en películas como La música de las esferas (2018), de Marcel Beltrán, así como en la dirección hasta 2019 del único laboratorio internacional del país de proyectos de cine en desarrollo: Nuevas Miradas, de la EICTV.

Actualmente, Obra de choque se alista para su producción. «La Covid-19 y los cambios monetarios del país han retrasado el comienzo de esta etapa. Pero esperamos con muchas ansias su culminación y estamos satisfechos, porque es una producción que se hace con dinero cubano para gastar en Cuba, durante el rodaje y la posproducción, lo cual nos beneficia a la hora de costear servicios cubanos», puntualiza Del Río.
Aun Marcos y María Carla no tienen la certeza de si será Obra de choque el título definitivo de su filme, ni de los cambios que puedan surgir en el camino hasta su estreno. Lo que sí tiene claro su director es el deseo de encontrarse ante una sala llena de espectadores con su propio rostro: «Ese es el único público que tengo en mi cabeza, si de casualidad alguien se identifica, quiero ir corriendo a abrazarlo».